martes, 28 de abril de 2015

VOLCANES DE CHILE


Ante la terrible explosión de hace unos días del volcán Calbuco en la Región de los Lagos de Chile -donde tengo amigos y familiares-, que en las noticias que dan de los daños provocados por la erupción hablan de casas destruidas y de cenizas y piedras volcánicas que llenan sus hasta ayer paradisíacos jardines, me he decidido a mostrar 10 fotos seleccionadas de las hechas en mi viaje a esa región en febrero de 2010, en el verano chileno. Entre los volcanes Calbuco y Osorno se encuentra la población de Ensenada, que da al Lago Llanquihue y hacia donde el Calbuco ha vertido especialmente sus descompuestas entrañas, que al parecer todavía no se han asentado. Al sur del Calbuco se halla la maravilla del Parque Nacional Alerce Andino, donde fotografié el árbol del que más abajo hablo.
En la primera de las fotos se ven los volcanes Osorno, a la izquierda, y Calbuco, a su derecha, desde Puerto Varas, con el Lago Llanquiue por el medio; en la segunda, estoy posando con el volcán Osorno al fondo, en Puerto Varas, junto al Lago Llanquiue; la tercera es una vista desde el puerto de Angelmó, en Puerto Montt, con el Calbuco al fondo; en la cuarta estoy junto a un letrero que indica el camino hacia el Paso Desolación, en la falda del Osorno; La quinta muestra una vista del volcán Osorno desde los saltos del Petrohué, por donde estuve paseando una mañana; la sexta muestra al Calbuco de cerca, desde Ensenada; en la cuarta me gustó mucho fotografiar a este bóxer, que andaba jugueteando en el jardín, con el Osorno al fondo juntando sus dos majestuosas cabezas. En la séptima, puede apreciarse al Osorno al atardecer; en la octava se ve un alerce milenario en el Parque Nacional Alerce Andino, que dada su avanzada edad ya existía en la época en que Jesucristo vino al mundo; y la última, la hecha desde el avión, enseña las cumbres de los cuatro grandes volcanes de la zona, de izquierda a derecha el Puntiagudo, el Osorno, el Tronador y el Calbuco.












viernes, 24 de abril de 2015

PRESENTACIÓN EN CASA SEFARAD, EN MADRID DE "LA PRIMERA VEZ QUE NO PERDÍ EL ALMA..."

Como ya anuncié, el pasado 21 de abril se presentó en Casa Sefarad Israel, en Madrid, el libro colectivo "La primera vez que...no perdí el alma, encontré el sexo".
Muestro a continuación algunas fotos del acto y el texto de mi breve intervención.
 


 Ouka Leele, Esther Bendahan y Antonino Nieto





  



Justo Bolekia Boleká




A mí, con una u otra apariencia, ya me conocéis.




Queridos amigos (y amigas), como somos muchos y el tiempo apremia, seré breve (de verdad, no hace falta que os echéis a temblar). Para tranquilizaros os he escrito un telegrama, así que os lo voy a leer, como siempre se ha hecho con estas misivas.

TELEGRAMA:

Gracias a todos (y a todas) por venir. Gracias a Antonino por contar conmigo para esta antología y a Sial-Pigmalión por publicarla. Yo colaboro en ella con un cuento titulado Calcetines que trata un tema ancestral que sin embargo está de moda: la prostitución. Así de claro, así de contundente. Hay excepciones. Camilo José, o sea Cela, repetía cada dos por tres en San Camilo 1936 un estribillo: “Pero será posible que Juan Ramón nunca se fuera de putas”. Se refería al de “Platero y yo”, con el que no tengo nada que ver aunque siempre me hayan hecho bromas por coincidir en el apellido y en la mitad del nombre.
Sobre la prostitución pasa como con el tiempo, que todo el mundo sabe lo que es pero nadie sabe explicar qué es; en el caso de la prostitución ni siquiera se pretende aunque la tengamos hasta la sopa, nadie la quiere ver, sólo se menciona cuando alguien resbala sobre ella como sobre la piel de un plátano.
Calcetines, la historia que yo he escrito para este proyecto espíritu sexual, se limita a contar lo que le pasó a un soldado que, por decirlo finamente, contrató los servicios de una prostituta. En el México antiguo a las prostitutas las llamaban “alegradoras”, me parece un calificativo precioso. Esta palabra, “alegradora”, aparece también en mi cuento, que os invito a leerlo, pues obviamente no lo voy a hacer yo aquí, como alguien erróneamente pensó. Además, sólo contiene una errata, una errata fácilmente salvable. Pero es que, si puedo, siempre coloco una pequeña errata en todos mis textos, como hacían los indios navajos en las telas que tejían a fin de que no quedase aprisionada en ellas el alma del artista tejedor. Comprenderéis que tampoco quiero que esto me ocurra a mí. Así que ánimo y un fuerte abrazo.

Ramón Jiménez Pérez. Casa Sefarad. 21 de abril de 2015.





lunes, 13 de abril de 2015

EL PRINCIPITO EN EL DRAGÓN LECTOR

Estimados lectores de mi blog, hoy os cuento El Principito. Mejor dicho, os cuento que la noche del pasado 10 de abril conté El Principito junto a varios narradores y narradoras profesionales, entre ellos algunos actores de teatro, en la que es una de las mejores librerías infantiles de Madrid: El Dragón Lector.  Es una actividad cultural que la librería celebra una vez al año, coincidiendo con el día Internacional del Libro Infantil. A mí me correspondió un breve capítulo, el XVIII, titulado "Encuentro con una flor", y supuso mi estreno como narrador oral escénico. La experiencia fue inolvidable, tanto por la calidad y calidez de mis compañeros de contada, dirigidos  por la sabia batuta de Pilar y José, los entrañables dueños de la librería, consumados narradores que comenzaron  y terminaron el acto, como por la maravillosa historia que íbamos contando los narradores uno a continuación del otro, únicamente enlazados por el hilo conductor de la bufanda amarilla de El Principito, que podéis ver en la primera de las fotos. El final, que todos conocéis, es tan emotivo que a punto estuvo de arrancarnos las lágrimas como la primera vez.
En las fotos podéis ver, además de al Principito, a varios de los participantes en la contada/interpretación, también la flor -insignificante, como se dice en el libro- que plegué para que me acompañara en el diálogo entre ella y El Principito; y finalmente, Antonia y Eduardo, actores profesionales que contaron los capíktulos de La serpiente, y El Rey y La Tierra, respectivamente, conmigo.
Nunca os olvidéis de El Principito.